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Paréntesis

Danza criolla y cine islandés

Hay lugares del interior de Uruguay en los que, además de una escuela, antes que una comisaría hay un Centro MEC. Y él, director del proyecto que ya tiene cinco años y medio llevando conocimientos informáticos y actividades culturales a esos sitios, habla con orgullo y naturalidad de lo que siente como un compromiso, la viva prueba de la descentralización. Roberto Elissalde tiene 53 años, fue albañil, pintor, estudió Antropología y fue periodista, profesión que declara en su pasaporte y que todavía parece causarle picazón. Tal vez por eso no lleva corbata y sigue usando mochila. Fanático del cine, estudió especializaciones en el exterior, trabajó en temas medioambientales y se volcó a la temática de la sociedad de la información, llegando finalmente a su meta actual: la Alfabetización Digital. En su oficina del octavo piso en la Ciudad Vieja, charlamos con él sobre los desafíos que se renuevan, la vida en los pueblos de menos de 5 mil habitantes y las nuevas ideas, como trabajar por los trámites electrónicos en las zonas más alejadas de la egocéntrica capital.

Roberto Elissalde

¿Cuáles son los objetivos de Centros MEC para 2013?

Los objetivos de Centros MEC, como toda política social, son difíciles de medir y es difícil establecer cuando llegaste a una meta. Si quiero promover el toque de candombe, quiero promover como meta que lo vean, por lo menos, 50 mil personas en vivo este año. Eso es una meta medible. Pero el objetivo de Centros MEC como política social es fortalecer la cohesión social de las poblaciones donde trabaja. Por lo tanto la meta es que la gente tenga más puntos de encuentro, que acceda a más bienes y servicios culturales, educativos, que tenga más confianza en sí misma, que tenga orgullo local, más autoestima, un montón de cosas que son muy difíciles de medir. Por eso, en principio, como cosas medibles, pensamos abrir en 2013 unos seis o siete Centros más. Estamos concentrándonos en la apertura de Centros en aquellas localidades donde haya una sociedad organizada que reclame y que quiera un Centro MEC allí, que entienda que es un beneficio para su localidad. El resto de los objetivos son internos. Estamos rodeados de sobres con currículums y estamos haciendo los nuevos llamados a coordinadores departamentales, así como realizando evaluaciones. Esto nos va a permitir fortalecer el equipo que tenemos en el territorio y mantener el espíritu de un lugar donde la gente trabaja con compromiso. Cuando es bien evaluada, perfecto, y cuando no, le deja el lugar a otra persona que verdaderamente tenga ganas y voluntad de trabajar.

A cinco años y medio de trabajo, ¿cómo se renuevan los desafíos?

Yo creo que la clave de funcionamiento de los Centros MEC es la cultura institucional, basada en el compromiso y en el servicio. Eso, como en toda organización, tiene un ciclo que va desde el momento épico de la construcción de la organización, después tienen un período de meseta que si no se producen los cambios en la política, provoca un estancamiento, incluso una burocratización. Nosotros hemos pedido y tenemos la voluntad de que ninguno de los cargos de Centros MEC, ni de los coordinadores departamentales ni del equipo de dirección sean cargos permanentes, inamovibles del Estado. Sino que sean cargos para gente que sigue con voluntad de trabajar y que quiere, metiendo lomo en aquellas pequeñas cosas que están fuera de la letra del contrato pero no fuera del espíritu del contrato. Si la gente siente que está sólo para recibir órdenes, no va a poner lo mejor de sí, va a hacer lo que le mandan a hacer. Pero si las personas son las que eligen la programación cultural o educativa de un departamento, los que administran los gastos y los que toman las decisiones, van a sentir que el trabajo que vamos haciendo es también un trabajo de ellos y van a tener un mayor compromiso. Por lo tanto, al cumplir seis años del primer Centro, en mayo, es necesario remover un poco el esfuerzo. No es que yo ya gané el cargo por concurso y ahora me quedo acá hasta que me jubilo, sino que tengo que mantenerlo con mi nivel de trabajo. Además, a esta altura alfabetizamos a unas 42 mil personas, vamos a llegar a un 1,5% de la población del país, que es muchísimo. Pero es una población que se termina porque la gente ya sabe utilizar sus computadoras, así que hay que renovar las propuestas.

¿Cuáles son las nuevas propuestas?

Enseñar cosas nuevas, distintas. Ahora relanzamos con Antel, el Banco República, el Correo y el BPS del Plan Nacional de Alfabetización Digital y una de las cosas en las que vamos a hacer más hincapié es en el gobierno electrónico. Por ejemplo, una cosa que es crucial en el interior profundo del país es el uso del e-BROU, los trámites del Banco República por Internet. Por ejemplo, hay mucha gente que se traslada 60 kilómetros para hacer un trámite, que podría hacerlo desde su casa si supiera cómo hacerlo y si tuviera confianza en el sistema digital. Entonces este es un servicio que le viene excelentemente bien al Banco República, que es nuestro socio en esta iniciativa, y es una necesidad de muchos. Pensamos que son estos servicios de gobierno electrónico que le facilitarían la vida a mucha gente, que es una tarea pendiente por hacer. Hay todo otro campo que es el de la creatividad, literaria o periodística, a través de los blogs, pero también del área digital y de otro montón de cosas que se abren a partir del uso de las computadoras y del conocimiento digital. Esas van a ser necesidades futuras, cuando el piso esté mucho más alto y requieran conocimientos más avanzados. También implica un crecimiento en el conocimiento de nuestros funcionarios así que estamos trabajando en eso.


“El objetivo de Centros MEC como política pública es fortalecer la cohesión social de las poblaciones donde trabaja. Por lo tanto la meta es que la gente tenga más puntos de encuentro, acceda a más bienes y servicios culturales, educativos, tenga más confianza en sí misma, que tenga orgullo local, un montón de cosas que son muy difíciles de medir”.

 

¿Cómo interpreta desde su lugar el eje temático “territorio” que se propone el ministerio?

Cuando nosotros llegamos en 2007 este ministerio tenía el local actual en la Ciudad Vieja, otro en la calle San José y dos Centros Educativos de Capacitación y Producción (Cecap). Hoy el ministerio tiene 118 Centros MEC en todo el país, más de 10 Usinas Culturales, 22 Fábricas de Cultura y 17 Cecap, dispuestos en todo el territorio. Eso demuestra que hubo una vocación en los últimos ocho años de hacer que el MEC, concebido solamente como su edificio en la Ciudad Vieja se terminara, había que salir a devolverle a la ciudadanía cosas a las que tenían derecho y nunca habían podido acceder. Hoy la política territorial del ministerio tiene ciertas inconsistencias de diseño, si se quiere, porque hemos salido todos al territorio a llevar cosas, y a veces hay lugares donde se coordina muy bien y otros en los que no tanto. Pero bueno, es un eje fundamental en el cual quedan algunos ajustes por hacer. Podemos decir que el ministerio superó y dejó atrás la etapa de un ministerio montevideano, hoy es un ministerio nacional.

¿Cuáles son los cursos o las actividades más demandadas en los Centros?

Son enormemente variadas. Hay una cosa que es clave, y es que sí, los talleres de alfabetización digital son muy demandados y tienen mucho éxito, pero muchas veces lo que van a hacer al Centro es a socializar. Hay lugares en que las mujeres no tenían un espacio donde ir a conversar fuera de su casa, entonces van, hacen y salvan el taller de alfabetización digital, pero después quieren otro, quieren seguir yendo, porque en realidad la función no es solo aprender de computadoras. Hay que tener actividades en las que la gente que tenga necesidad de juntarse con otros tenga la oportunidad de hacerlo, entonces hay que saber identificarlas. En una oportunidad hicimos un taller de autorretrato para adultos mayores, para gente que nunca había dibujado, y estaba bueno ver a través del autorretrato cómo se ve la gente, qué características destacan de ellos… Y en otro lugar hacemos bailes de la tercera edad, que engancha a muchos. O salidas de cacerías fotográficas con los niños y sus computadoras XO para recorrer el camino de Darwin e identificar las especies que Darwin encontró. Eso motiva a los niños, a los padres, a los maestros, a todos. Una actividad que hacemos con mucho éxito junto a la Dirección de Cultura y a la Intendencia de Montevideo es “Un pueblo al Solís”. La televisión de Montevideo ve cuando llega la gente del interior, se bajan, van al teatro y se van, pero nosotros que trabajamos en el territorio vemos cómo la gente se excita semanas antes, planifican el día del Teatro Solís, las mujeres se pintan, se arreglan, las peluquerías no dan abasto, tienen pedidos fuera de hora, y algunos se visten como si fuera el día del casamiento. Y es una actividad de un día que de repente es motivo de tres meses de conversación en el pueblo, entre el tiempo previo a la ida y todo lo que pasa a la vuelta. Hablan de la obra que van a ver, de qué se trata, cómo tienen que ir vestidos, qué hacen con los niños…

¿Tienen identificadas las demandas de las actividades según la zona del país o las edades?


Y… Hay muchos Uruguay diferentes. En la costa oeste del país, por ejemplo, hay toda una tradición muy fuerte de escuelas del hogar, que viene de los inmigrantes. Los hombres iban a trabajar y las mujeres iban a esas escuelas en las que aprendían a coser, bordar, etc… Hoy eso desapareció, pero esas mujeres pueden aprender a usar las computadoras o leer libros, o pueden aprender maquillaje artístico para murgas… Hay otros lugares donde el tema de la danza folklórica es el centro de actividad, más al norte del país hay un furor por los grupos de danza. Y en Durazno y Tacuarembó, por ejemplo, siempre quieren festivales de música. Hay cuestiones regionales que hacen cambiar los intereses, sí, pero las edades son independientes, a los niños, los jóvenes y los adultos de esa región les interesan cosas parecidas.


“Tenemos la voluntad de que ninguno de los cargos de Centros MEC sean permanentes, inamovibles del Estado, sino que sean cargos para gente que sigue con voluntad de trabajar y que quiere, metiendo lomo en aquellas pequeñas cosas que están fuera de la letra del contrato pero no fuera del espíritu del contrato”. 


¿Cuál es la importancia de tener un Centro MEC rural?

Tenemos uno en Molle del Timote que es un área en la que hay 42 familias que se identifican como parte de esa zona. El centro del pueblo es una calle en la que hay una escuela pública y una parroquia católica, únicamente. Y en esa parroquia está ubicado el Centro MEC. Nosotros tenemos dificultades en esos lugares, porque no hay ADSL por cable y la 3G llega muy mal, entonces hay una dificultad tecnológica para llevarlo adelante, pero ahí el objetivo principal es mantener unida a la gente, que tengan actividades recreativas de encuentro y aprendizaje más allá del trabajo, mantener a esa comunidad junta a lo largo del tiempo. En este momento estamos negociando con Antel cómo resolver algunas de esas cuestiones tecnológicas.

¿La alfabetización digital ha tenido impacto más allá del uso de Internet?

En algún momento intentamos meternos el tema de la maquinaria agrícola. En un pueblo que está a 14 kilómetros de la frontera con Brasil encontramos que nos decían que la gente ahí para manejar un tractor necesita conocer una pantalla y manejarlo por software, para manejar una cosechadora de arroz por ejemplo… Y los conocimientos básicos que damos nosotros sirven para un acercamiento a eso, pero no para hacerse cargo de una máquina. Entonces en algún momento intentamos cubrir esa necesidad pero al final creo que ha habido un éxito muy grande de la implantación de la UTU en el territorio, que ha llegado con un modelo más liviano, que no necesita 7 años de construcción de una infraestructura mediante licitación, etc. Se han adaptado al terreno, a las necesidades, a los cursos cortos y a ir a buscar a las poblaciones que necesitan esos conocimientos. No es necesario que el MEC sustituyera esa función, aunque lo que aprenden en los Centros MEC los acerca un poco a esa tecnología.

¿Cómo es el vínculo con los gobiernos departamentales?

Son el socio número uno. Hay un par de gobiernos con los que la relación no ha caminado bien, donde hay como una resistencia firme a permitir que otras políticas del gobierno central se instalen en ese territorio. Y en los lugares donde no hay buena relación con la intendencia nos resulta prácticamente imposible trabajar. El gran perjudicado acá es el ciudadano porque en general todos los otros que reciben el servicio no se perjudican, el que se perjudica es el ciudadano de ese territorio que no puede acceder a un centro de la Universidad de la República o a un Centros MEC, una Usina Cultura… Salvo eso que mencioné, las relaciones son buenas con todas las intendencias y a partir de la existencia de los alcaldes se suma un nuevo actor que también es decisivo. Muchas veces, los locales donde nosotros estamos son de la Junta Local y ahora es de la alcaldía y son ellos los que nos proporcionan el funcionario para que atienda el centro. Llevarse bien y aceptarse democráticamente entre los alcaldes y los gobiernos centrales es un aprendizaje. Nosotros ya tenemos experiencia, sabemos que eso es así, pero muchas veces un alcalde es la primera vez que es alcalde, entonces están experimentando las relaciones. Algunos lo entienden más rápido y otros más lento, pero en general se van dando cuenta, sobre todo cuando la política pública que se lleva adelante como es el caso del Centro MEC no tiene tintes partidarios ni pretende beneficiarse, sino asegurar un derecho.


“Alfabetizamos a unas 42 mil personas, vamos a llegar a un 1,5% de la población del país, que es muchísimo. Pero es una población que se termina porque la gente ya sabe utilizar sus computadoras, así que hay que renovar las propuestas”.



¿Cuáles son los criterios para instalar un Centro MEC en un lugar concreto?

Puede ser tanto a sugerencia de la intendencia como del ministerio y también tomamos en cuenta los reclamos de las localidades… Sobre todo en base a las necesidades que percibimos... Es todo un tema que si ponés un Centro MEC en Tacuarembó tenés que poner uno en Paso de los Toros, o si ponés uno en Artigas tenés que poner otro en Bella Unión porque la segunda ciudad reclama: “¿Y nosotros?”. En general esas cosas también hay que atenderlas, aunque no sean los lugares ideales porque son ciudades grandes, de 15 o 20 mil personas. El mejor impacto de los Centros MEC se da en localidades de menos de 5 mil habitantes. Cuanto menos había en esa localidad más alto el impacto de lo que se hace y más apropiación hay por parte de la gente.

¿Eso explica por qué en Montevideo hay un sólo Centro?

Esa es la razón principal y es también una resistencia mía. La última llamada que atendí antes de empezar esta entrevista fue de la Intendencia de Montevideo. El ministro quiere que hagamos cosas en Montevideo en conjunto con la Intendencia, pero la verdad es que he tratado de concentrarnos en el interior del país. Montevideo está mucho más saturado de servicios que se superponen, se cruzan, se solapan uno arriba del otro… Es un aprendizaje de ingeniería institucional que es diferente al que nosotros tenemos. La población en Montevideo tiene el mismo derecho que el resto, yo soy montevideano, pero creo que la lógica de mantenernos en el interior tuvo mucho sentido en el tiempo que la llevamos adelante.

Roberto Elissalde 

¿Cómo definiría su profesión hoy? ¿Cuál ha sido su camino hasta hacerse cargo de este proyecto?

Yo siento que he hecho acumulación en muchas áreas y las he abandonado. Me siento un trabajador, una persona que si no trabaja no tiene manera de sostenerse. He trabajado de albañil, de pintor, de vendedor de quesos, de mandadero, de periodista, y ahí me encaminé hacia ese lado… De mandadero de un semanario pasé a ser periodista de ese semanario y llegué a estar en la conducción colectiva de Brecha. Estudié Antropología, que me sirvió para el periodismo pero lateralmente, después hice un curso de periodismo superior en Francia y una maestría de Comunicación en nuevas tecnologías (que vinculaba la antropología y el periodismo). Fui el primer editor de Brecha en Internet y ahí seguí enganchado con el tema de las tecnologías de la comunicación. Después hice un salto al mundo del medio ambiente, trabajando desde el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente para el Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Trabajé seis años en eso en el campo internacional y supervisando proyectos acá. Y al mismo tiempo había preparado proyectos para el gobierno en los temas de sociedad de la información. En la Cumbre Mundial sobre Sociedad de la Información de Túnez en 2005 fue que conocí a la gente que luego me propuso el tema de la Alfabetización Digital. Yo estudié antropología y me apasiona la antropología, viví como periodista y me siento identificado con el periodismo y con la comunicación.

¿Pero qué profesión declara en el pasaporte?

Periodista.

¿A qué dedica su tiempo libre?

A leer, escuchar música y mirar películas.

¿Practica deportes?

No. Lo practicaba hasta que me mudé a la Cruz de Carrasco. Mi deporte era ir y volver de trabajar todos los días en bicicleta. Hacía unos 10 kilómetros de ida y 10 de vuelta y eso me divertía mucho. Pero ya no.

¿Qué lugar ocupa el cine en su vida?

Mucho. Creo que Cinemateca me abrió la cabeza, me convirtió en alguien que empezó a ver el mundo con otros ojos y a imaginar otras cosas posibles. Ahora tengo una buena colección de películas. Disfruto enormemente… pero quizás mi primer amor en todo eso fue la literatura. Leer era una cosa mucho más barata, más fácil y que también desde más chico me fue cambiando un poco la cabeza.

“Una cosa crucial en el interior profundo del país es el uso del e-BROU, los trámites del Banco República por Internet. Hay mucha gente que se traslada 60 km para hacer un trámite, que podría hacerlo desde su casa si supiera cómo hacerlo y si tuviera confianza en el sistema digital”.
 

¿Qué última película vio y le gustó?

He visto muchas películas… He visto cosas de Rúnar Rúnarsson, un islandés, espectacular… Esas películas que no llegan acá de ninguna manera. Vi como tres cortos y tres largos que son absolutamente excelentes. Y lo último que volví a ver con mis hijos son películas de Guy Ritchie, como "Lock, stock and two smoking barrels". Uno de mis placeres ha sido volver a ver todo Chaplin con mis hijos, o Buster Keaton, o Harold Lloyd.

¿Mira televisión?

No. Hay una tele en mi casa y los compañeros de Centros MEC me obligaron a comprar una antena cuando el mundial de fútbol. Iban a mi casa a ver los partidos pero yo no tenía ni antena. Solamente lo usábamos para ver videos.

¿Qué música escucha?

En mi casa tengo unos 1.300 discos originales. Un 40% debe ser de rock anglófono básicamente y después tengo tango, músicas del mundo, música argentina, brasileña y un tercio de música uruguaya, jazz y música clásica. Si la música está buena me copo con cualquier cosa, me engancho… Realmente le dedico tiempo.




Producción: Comunicación_MEC


Elissalde