TAPICIES DEL URUGUAY - Tendencias y artistas (1960-2015) de Aldo Rissolini

En Uruguay, a diferencia del resto de América Latina, no existía una tradición en tapicería que hundiera sus raíces en los pueblos originarios. Los escasos antecedentes que hubo durante el siglo XX no tuvieron impacto en la producción artística local posterior. Por ello, la tapicería surgió aquí gracias a la recreación de formas de trabajo principalmente europeas y bajo el influjo de directrices provenientes del movimiento internacional: creciente autonomización del tapiz de la pintura, exploración del espacio, combinación de todo tipo de materiales.

A la generación pionera de los sesenta, Ernesto Aroztegui, Cecilia Brugnini y Mario España, se le sumó en los setenta y principios de los ochenta un grupo importante de nuevos artistas, lo que volvió a la tapicería un movimiento numéricamente significativo y pujante en nuestro país. Muestras, salones, bienales, un Centro de la Tapicería URUGUAYA (CETU) con más de doscientos socios, son algunas de las señales indicativas de la vitalidad de este cambio en la historia del arte local.

Este texto busca romper esa brecha y desentumecer la memoria. La operación es sencilla y humilde en sus metas y fundamentos. Apelar a la historia oral con el propósito de construir una cartografía del movimiento textil uruguayo, principalmente de los años setenta y ochenta, dando voz a algunos de sus protagonistas a efectos de que testimonien en forma coral sobre su experiencia, su producción y su vida. La intención fue lograr una foto de conjunto, treinta años más tarde, a partir de algunos de sus referentes y actores más destacados. Hasta ahora, casi nunca sus voces habían sido escuchadas por fuera del circuito íntimo de los que tejen, y además no existían prácticamente registros personales sobre la mayoría de ellos. Históricamente solo han dejado marcas en medios masivos de comunicación los líderes más visibles del movimiento textil uruguayo, y el resto permaneció apenas como un fondo o listado de nombres y obras. Estos rastros no permiten acercarnos a sus recorridos, sus visiones actuales y pasadas, a sus reflexiones sobre lo textil y los cambios que experimentó el campo en los últimos veinte años.

La composición final logró reunir así a veintitrés artistas, que, lejos de pretender ser representativos de todo un movimiento, buscan abrir caminos en la construcción de un retrato colectivo de la historia del tapiz uruguayo. Los testimonios aquí reunidos, siempre resignificados en un presente, permiten abandonar el acercamiento exclusivamente celebratorio y orillar la rica heterogeneidad interna, las discrepancias y los distintos recorridos a través de sus voces.

Más allá de las mediaciones inevitables, ceder la palabra en instancias dialógicas permitió acceder a aspectos claves de la historia reciente del arte uruguayo. Sacar a la luz, en última instancia, una trama casi olvidada.

Martes 19 de Julio de 2016
Dirección Nacional de Cultura